martes, 30 de marzo de 2010

Engranaje del puzzle (2)


Paramos un momento a comer. A la vuelta, Medina se ofreció a llevarnos a recoger los cuadernos a Indusing y el material que le compramos hasta el centro Bonó.

Pusimos rumbo a la fábrica de cuadernos y allí, de nuevo, nos esperaban con los brazos abiertos. Una vez recogidos los cuadernos, fuimos por toda la ciudad en su pick up cargados hasta arriba con todo:

  • 1008 cuadernos (7 gruesas) + 24 cuadernos de estraperlo que metió el cargador al enterarse de que eran para Haití (!! información que recibimos de Medina a posteriori)

  • 1000 lápices

  • 3500 lápices de colores

  • 900 gomas

  • 1000 sacapuntas

  • 90 barras de pegamento

  • 36 rollos de cello

  • 1000 rollos de papel pinocho

  • 3200 folios de papel construcción (tipo cartulina rústica)

  • 1000 bolis

  • 250 mochilas (no fuimos capaces de encontrar más)

  • 232 cajas de plastilina de colores

  • 250 tijeras

  • Cartulinas y folios blancos




Total, todo el dinero, y un poco más, convertido en material escolar para los chavales de Haití. Multiplicado, como los panes y los peces, gracias a la gente tan espectacular que se nos cruzó en el camino.

Pero esto solo fue el comienzo...

Engranaje del puzzle (1)

Supongo que los que nos conocéis más sabéis que, siempre que viajamos, parece que tenemos una estrella que viaja con nosotros y nos pone en el camino gente especial y situaciones especiales. Este viaje no iba a ser la excepción y como en un puzzle, las piezas han ido encajando una a una, cada una cumpliendo su misión sin saber de la misión de la pieza de al lado.

Anabel, amiga de Iñaki, recorrió con él una noche la zona donde se encuentran las editoriales, preguntando en cada una la manera de contactar y el nombre del responsable.

Pedro, encargado de una de ellas, se ofreció a ir a la Editorial Susaeta al día siguiente porque creía que tenían mochilas.

En Susaeta, Aquilino, leonés, casualmente anterior presidente de Fe y Alegría (la institución que se hace cargo del material escolar) y su hijo Carlos, actual secretario, al enterarse para qué era el material, no sólo nos hicieron precio costo, sino que nos regalaron un montón de cartulinas, folios, pintura de dedo, lápices de colores y otro material. Además, contactaron con la fábrica de cuadernos Indusnig, su proveedor habitual, y mientras nos ofrecían un rico café, negociaron el precio de los cuadernos como si fuera para ellos, o más duramente, diría yo, para que sólo tuviéramos que ir a recogerlos y no preocuparnos por eso. Y por si fuera poco, llamaron a un distribuidor de papelería, Medina, le contaron para qué era el material y nos mandaron para allá, llevándonos en su coche

La suerte nos sonreía. Llegamos a la librería Medina y allí entretuvimos a su dueño, Medina, durante casi cuatro horas haciendo números, poniendo material, quitando, añadiendo sacapuntas, gomas, buscando en el almacén… hasta cuadrar todo, dejarlo embalado y darnos cuenta de que eran las 4 de la tarde y no habíamos comido (ni él, ni nosotros).

Recaudación y acopio

Nos pusimos manos a la obra. Tenemos la suerte de estar rodeados de gente siempre dispuesta a aportar su granito de arena en lo que haga falta y el boca a boca en estos casos funciona muy bien. Además, nuestros amigos Incógnitos, decidieron organizar una velada por Haití junto con Entreculturas Burgos, representando el cuenta cuentos "Yo soy tu lobo" para dar paso a Ale y Mario en un recital de guitarra portuguesa.

Recaudamos un total de 2800 euros gracias a amigos, familiares, compañeros y clientes. Después de mirar cotizaciones de tiendas de campaña de todos los tamaños y estudiar la posibilidad de envío desde varios países hasta República Dominicana, decidimos que no merecía la pena, por tener el Centro Bonó posibilidad de comprarlas a mejor precio.

Las lonas eran otra cosa. 25 lonas de 24 m2 sumaban los 90 kgs de equipaje que podíamos facturar entre Iñaki y yo. Y comprarlas fue el comienzo de una lección de HUMANIDAD que duró durante todo el viaje. En toldos El Rumbo nos encontramos con precio de costo, facilidades para empaquetarlas conforme a las medidas, interés por el problema y ganas de colaborar. Total, 900 euros de los recaudados, gastados para que 25 familias cambien las sabanitas que hacen de pared permeable por un techo impermeable con el que estar tranquilos durante las tormentas torrenciales que azotan la ciudad. (Gracias, Nicolas, por embalar y desembalar tantas veces).

El resto, lo íbamos a traducir en material escolar una vez en Santo Domingo, según indicaciones de Sonia.

Preparativos - El Centro Bonó

Ante todo lo que oíamos antes de ir empezar el viaje, la opción de no entrar en Haití, se me antojaba más que sensata. Secuestros, inseguridad, robos, desesperación eran (si no siguen siendo) las palabras más utilizadas en los medios de comunicación sobre Puerto Príncipe.

Acompañar la mercancía comprada hasta Jimaní, pueblo fronterizo, era una opción intermedia para asegurarnos de que la aportación monetaria convertida en especie llegaba a su destino final. Además, personalmente, no sabía si estaba preparada para enfrentarme cara a cara con la tragedia. El día a día del viaje iba a hacerme cambiar de opinión.

Después de la tragedia, la idea de cambiar el viaje mochilero por aportar un granito de arena al pueblo Haitiano, iba tomando forma. Gracias a Raquel, conseguimos un correo electrónico de República Dominicana, que iba a ser el comienzo de hacer la idea realidad.


Durante semanas antes de empezar el viaje, intercambiamos correos directamente con Nancy y Sonia, responsables junto con Mario Serrano, desaparecido de la red por sus continuos viajes y mil responsabilidades, del Centro Bonó, un lugar de encuentro gestionado por los Jesuitas que aglutina asociaciones de corte social, así como el Servicio Jesuita a los refugiados y migrantes (SJRyM), que ante la tragedia y la gran reputación que cuenta en el país, se había alzado como el centro de acopio de las donaciones realizadas por los Dominicanos, no sólo las de empresarios, sino las de particulares.

Desde el primer minuto, el trato fue muy cercano. Fueron ellas las que nos orientaron sobre las necesidades reales de Puerto Príncipe en ese momento. Habían llegado las lluvias a la capital y todavía había mucha gente que no tenía tiendas de campañas ni lonas impermeables con las que protegerse. Todavía quedaban familias viviendo bajo improvisadas cabañas hechas con palos y sábanitas a modo de paredes. Además, era hora de empezar la escuela, con los niños de preescolar primero y en abril, con el resto.


lunes, 29 de marzo de 2010

Lo que pretendemos con este blog


Aunque lo ideal hubiera sido poder escribir según nos pasaron las cosas en el viaje, esta vez no pudo ser. Por la conexión, por el ritmo, por todo.


Así que valga este blog para recoger impresiones, tareas ejecutadas, y como "acuse de recibo" para toda la gente que habéis colaborado y que estáis con la duda de si el dinero llega o no llega a donde se necesita.


Esperamos que os sirva.